Manolo Izaguirre, el cronista del pueblo, nos invitó un café antes de partir a la hacienda donde nos daría el recorrido. Nos subimos a su camioneta y partimos. Desde el trayecto comenzó el ambiente tenebroso, pues el bosque de noche suele causar ese efecto.
Llegamos a la hacienda y nos dio un recorrido por los diferentes cuartos en los que guarda objetos antiquísimos de su familia: un aguamanil, jeringas viejas, zapatos y más. Luego de recorrer esas habitaciones salimos al patio donde estaban dispuestas unas sillas. Sin más se fue la luz y nos quedamos a oscuras. Ataviado con una capa negra, Manolo apareció ante nosotros para contarnos las historias más espeluznantes que han sucedido en los alrededores de Xico. En un momento de la narración se puso de pie y nos llevó a un laberíntico sótano. Salimos muy divertidos y agradecimos al cronista el momento en que de nuevo fuimos capaces de asustarnos con muñecos ensangrentados.
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